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Identidad de género | ¿Qué es la identidad trans?

"Contrario a lo que se suele pensar, las mujeres trans son aquellas que han sido asignadas hombres al nacer. Las personas que ignoran estas terminologías, confunden con hombres trans a quienes en realidad son mujeres trans". 

Persona portando un cartel en favor de las personas trans.

Actualizado:

Desde el estallido social de julio de 2021, el grupo de trabajo Justicia 11J ha registrado más de 1000 detenciones, juicios y encarcelamientos en Cuba. Uno de los casos más mediáticos ha sido el de la manifestante Brenda Díaz García, enjuiciada por “desorden público” y “atentado”, al ser identificada, según Fiscalía, en un “rol activo” en el apedreamiento de tiendas pertenecientes al consorcio militar GAESA (conocidas popularmente como tiendas MLC, o sea, “moneda libremente covertible”), y condenada a 14 años de privación de libertad.

Ganó notoriedad por ser una mujer trans, con varios padecimientos médicos, entre ellos VIH, sometida además a un proceso lleno de tratos vejatorios, violaciones e irrespeto a su identidad de género. Su madre, Ana María García, activistas LGBTIQ+ independientes, grupos de la sociedad civil cubana y organizaciones de defensa de derechos humanos, han denunciado incansablemente estas múltiples violaciones, al tiempo que han hecho énfasis en el agravante de ser una persona de la disidencia sexogenérica.

Su caso destapó no pocas expresiones discriminatorias y discursos de odio, abiertamente antitrans, a la par de muchas preguntas y debates en torno a las personas trans y el sistema penitenciario cubano.

El respeto a la dignidad humana, a recibir un “trato digno”, es uno de los derechos más importantes de los que goza toda persona, por el simple hecho de serlo, respaldado en numerosos instrumentos jurídicos nacionales e internacionales.

Sin embargo, cuando se trata de determinados colectivos marginalizados, como la comunidad LGBTIQ+ y las mal llamadas minorías étnico-raciales, estos derechos pueden ser amplia e impunemente vulnerados. En el caso de las personas trans, ese “trato digno” o “respeto a la persona” nos resulta indisociable del respeto a nuestra identidad de género.

¿Qué es la identidad de género?

Los principios sobre la aplicación de la legislación internacional de derechos humanos en relación con la orientación sexual y la identidad de género, conocidos como Principios de Yogyakarta, definen la identidad de género como la vivencia interna e individual del género, tal como cada persona la siente profundamente.

La misma puede corresponder, o no, con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo; que podría involucrar la modificación de la apariencia o la función corporal a través de tratamientos médicos, quirúrgicos, hormonales o de otra índole, siempre que la misma sea libremente escogida. También incluye otras expresiones del género, como la vestimenta, el modo de hablar y los modales.

En otras palabras, la identidad de género es un complejo proceso mediante el cual nos definimos a nosotros mismos y negociamos constantemente qué somos y qué no al relacionarnos con los demás, siguiendo los patrones, normas y discursos que forman parte de nuestra realidad social. En nuestras sociedades occidentalizadas, el género y la sexualidad (heterosexual) forman parte de dichos patrones, reglas y discursos dominantes. Son concebidos de manera estable y natural, como norma.

Sin embargo, todas estas miradas sobre el género y la identidad, con base en un determinismo biológico y en nociones inflexibles de lo que significa ser mujer u hombre, no tiene en cuenta el contexto sociocultural que influye en cómo nos construimos, cómo nos queremos ver y cómo no, cómo queremos ser percibidos y cómo no.

La identidad de género, pues, responde a qué lugares sociales queremos habitar, de los disponibles en nuestra sociedad generizada, es decir, organizada en función del género, en una matriz heterosexual y binaria; en cuál nos sentimos mejor y más libres, independientemente de lo que la cultura espere de nosotros por nuestros genitales y las características del cuerpo sexuado: si como hombres, mujeres, ambos o ninguno.

Es importante también resaltar que identidad de género no es lo mismo que orientación sexual. Grosso modo, lo primero responde a qué soy y lo segundo a quién me gusta en tanto lo que soy.

Activistas y organizaciones internacionales de defensa a personas LGBTIQ insisten en la necesidad de pasar de un modelo de comprensión del género basado en el determinismo biológico, que no tiene en cuenta el contexto sociocultural, a uno de respeto de los derechos humanos que descarte dicha matriz binaria y (cis)heteronormativa. Uno que admita la gran riqueza de la diversidad de cuerpos, subjetividades, historias y experiencias de vida.

Contrario a lo que se suele pensar, las mujeres trans son aquellas que han sido asignadas hombres al nacer. Las personas que ignoran estas terminologías, confunden con hombres trans a quienes en realidad son mujeres trans. Los hombres trans, por su parte, son aquellos que fueron asignados mujer al nacer. Por tanto, las personas trans son aquellas cuya identidad de género disiente de la inscripción de género impuesta al nacer.

Mientras, las personas cis, o cisgénero, son aquellas en las que existe una correspondencia, una coincidencia entre el género que les fue asignado y su identidad de género, pues también las personas que no son trans tienen una identidad de género.

Cis o cisgénero no es insulto como quieren hacer ver algunos grupos antitrans. Es un término para evitar hablar de personas “normales” y “personas trans”. Se desprende de la cisnormatividad, la presunción de que todas las personas con cis y que el sexo asignado al nacer, considerado inmutable, es el encargado de definir si son hombres o mujeres.

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¿Qué no es la identidad de género?

Las comparaciones irrespetuosas, simplistas y poco serias que hacen con lo que es ser trans, o con identificarse con determinado género. Esas alusiones, con connotaciones de tipo chistoso, que a menudo vemos circular en redes sociales o en debates sobre personas trans, tales como “sentirse” árbol o “identificarse” con helicópteros, animales, tanques de guerra o cualquier artefacto con que suelen comparar y ridiculizar un proceso tan complejo y multifactorial como la identidad de género de un individuo.

Nadie puede “sentirse” árbol o “identificarse” como helicóptero, porque no existen ni hemos visto personas-árboles o personas-helicópteros. En cambio sí podemos identificarnos con lo que significa culturalmente ser hombre o mujer, puesto que, como seres sociales, embebemos de esta cultura generizada. Desde que nacemos, vemos a nuestro alrededor personas (mujeres y hombres).

¿Ser trans es una enfermedad o trastorno de algún tipo?

Desde el 2018 la Organización Mundial de la Salud (OMS) eliminó la transexualidad de sus manuales de enfermedades mentales. Por lo tanto, no debe ser diagnosticada y tampoco necesita tratamiento. Hay múltiples maneras de ser trans como mismo hay múltiples maneras de ser cis. No se debe obligar a ninguna persona trans a someterse a cirugías genitales, tratamientos hormonales, u otros procedimientos para acceder a cambios legales en su identidad y documentos oficiales, ya que no todas las personas tenemos las mismas demandas y maneras de construir y expresar nuestro género.

No obstante, para tratar de forma respetuosa a una persona, no hace falta que lo decrete la OMS u otro organismo internacional. Sostener ideas patologizantes sobre identidades y personas trans es violatorio de los derechos humanos y del libre desarrollo de toda persona.

¿Cuba reconoce la identidad de género de las personas trans?

Aunque hay registros de personas trans reconocidas jurídicamente desde finales del siglo pasado y en los primeros años del presente y, si bien desde 2005 el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) coordina la Estrategia Nacional de atención integral a personas transexuales, no fue hasta 2008 que la emisión de la Resolución Ministerial No. 126 del Ministerio de Salud Pública marcó el inicio de los procesos llevados a tribunal para el cambio de sexo. Los documentos registran solo a quienes se sometían a las llamadas cirugías de “reasignación sexual”, realizadas bajo el amparo de esta misma resolución.

Aunque no existe una ley específica e integral de identidad de género en Cuba, la Constitución de 2019 recoge en sus artículos 41 y 42 los principios de igualdad y no discriminación, e incluye la categoría “identidad de género”.

Sin embargo, aunque a día de hoy realizar cambios de nombres de acuerdo a la identidad de género es un proceso más expedito que antes y sin necesidad de someternos a cirugías de los genitales, todavía es imposible cambiar el sexo registral en nuestros documentos, a menos que nos realicemos una operación del tipo antes mencionada. Persiste en Cuba, por tanto, una concepción genitalista, binaria y cisnormativa sobre el género.

Vale también destacar que, desde inicios de la pandemia de Covid-19 en 2020, los servicios de atención a la salud integral de personas trans por parte del CENESEX quedaron suspendidos.

Todavía hoy se mantiene en una situación inestable y de poca claridad en la información, lo cual ha dificultado el inicio, o continuación, de los procesos de transición de género de algunas personas trans: el acceso a consultas de salud mental, endocrinología, a exámenes de laboratorio para verificar los niveles de hormonas, tratamientos hormonales y otras tecnologías de afirmación de género.

Numerosos activistas y personas trans han denunciado esta situación por considerarla un abandono institucional que pone en riesgo su salud, tanto física como mental, y que viola sus derechos a la salud integral y especializada.

¿Qué es la afirmación de género y por qué es tan importante para las personas trans?

Suele llamársele afirmación de género al proceso y los recursos a los que acudimos las personas trans para exteriorizar o hacer visible nuestro género. Esto involucra cambios en la vestimenta, la expresión de género, modo de comportarnos, recibir consultas de salud mental, terapias hormonales para conseguir modificar la apariencia física, realizarnos cirugías y recurrir a otras tecnologías de feminización o masculinización.

Numerosos estudios reconocen la importancia de las terapias de afirmación de género, puesto que reducen los altos índices de depresión y suicidio en personas trans, tanto adultas como adolescentes y jóvenes. Existe un consenso en la comunidad médica  internacional (incluidas la Asociación Médica Estadounidense, la Asociación Estadounidense de Psicología y la Academia Estadounidense de Pediatría) de que estas acciones afirmativas de género, incluidos los bloqueadores de la pubertad y las hormonas, son una atención médica necesaria.

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Mel Herrera

Escritora cubana Me Herrera

(Guanabacoa, La Habana, 1995). Narradora y periodista. Becaria del III Laboratorio de Periodismo Situado, revista Cosecha Roja 2021. Aparece en varias antologías y ha publicado en diversos medios y revistas digitales como Periodismo de Barrio, Hypermedia Magazine, Q de Cuir, Tremenda Nota, El estornudo, Subalternas, entre otros. Sus temas de investigación y de interés son el género y la colonialidad, motivada por su experiencia trans racializada. En 2023 fundó la revista Subalternas, un proyecto aún naciente, que pretende aportar una mirada descolonizadora y contrahegemónica a los análisis que se dan en Cuba.

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