Modelo de secretaria
Mi secretaria María
no usaba comas ni puntos,
yo dictaba los asuntos,
y ella me los escribía.
Recuerdo que cierto día
escribió remos por ramos,
confundió trinos con tramos,
Petra Pons con piedra pómez;
yo le dije Lucas Gómez,
y ella escribió Laca Gamos.
Receta médica
Era mi suegra Glaudiosa
flaca como una lombriz
y estiraba la nariz
para oler no sé qué cosa.
Siempre enferma y achacosa
era una calamidad,
pero por fatalidad
el médico no sabía
el lugar donde tenía
metida la enfermedad.
Sus dos hijas diariamente
al consultorio corrían
y el médico le traían
como para un caso urgente.
Le reconocen un diente,
la espalda, la rabadilla,
el ombligo, la rodilla,
pero en todo aquel pellejo
no encontraron el mal viejo
de aquel hueso con polilla.
Ya un remedio no existía
que ella tomado no hubiera;
pero siempre majadera
quejándose proseguía.
Creyendo que se moría
una fría madrugada
llegaron a la morada
del doctor, lo despertaron,
sobre el mal investigaron,
y el asunto no era nada.
Y ya el médico aburrido
le dijo a su hija Panchita:
«Su madre no necesita
otra cosa que… un marido».
Panchita gritó: «¡Atrevido,
váyase de aquí, vaqueta!».
Pero al oír la receta
la vieja echó esta demanda:
«¡Hija, él sabe lo que manda,
y al médico se respeta!».
Demasiado tarde
Con Juana, Quero Baró
—un anciano de Árbol Seco—
quiso bailar el muñeco,
y el muñeco no bailó.
Juana molesta salió
a buscar la guagua, y Quero
la siguió. Frente a un letrero
gritó: «¡Mira la parada!»,
y ella respondió calmada:
«¿Ahora, para qué la quiero?».
Matrimonio perfecto
Cuando soltero, Delfín
del Toro, abatido, era,
pálido como la cera
y delgado como un güin.
Queriendo encontrarle fin
a su dolor más agudo,
con Pascuala Monteagudo
se casó allá en San Antonio
y desde su matrimonio
es dichoso y está rudo.
Regresar al inicio