En la plaza venden huesos
“Hoy me sentí inspirado luego de mi visita a La Plaza de Santi Spíritus y me resultó inconcebible el precio de los huesos que difícilmente me permitan hacer un caldo para mi perro Locky”.
En la plaza venden huesos
pelados completamente
y una libra solamente
te cuesta setenta pesos.
No se alimentan con eso
ni los perros más bravíos.
Y a mí me da escalofríos,
me da soberbia y me altera
porque el día que me muera
voy a regalar los míos.
El cerdo de fin de año
“He concebido esta obra sin la fe de herir sensibilidades ni ofender a nadie, pero basado en la seriedad de que la carne de este mamífero tan codiciado en Navidad ha adquirido un precio casi inaccesible”.
El animal está huraño
con él no va a haber quien cene
pues con el precio que tiene
a la gente le hace daño.
Yo veré este fin de año
a qué plato fuerte muerdo.
Y conociendo que el cerdo
es un sueño muy remoto
le voy a hacer una foto
para tener un recuerdo.
Nunca más intentaré
comerlo, porque un pernil
está costando tres mil
o cuatro mil cup.
El que millonario esté
y vaya a comprarlo entero
puede con ese dinero
que va en el cerdo a gastarse
con su familia pasarse
dos meses en un crucero.
Con la cruda realidad
de este problema me asusto
porque causará un disgusto
su ausencia en la Navidad.
Y ante la dificultad
de acceder a carne y grasa
quien no lo cría en su casa
en un cepo de cabillas
más nunca come costillas
ni un chicharrón ni una masa.
Pero no me vuelvo loco
aunque sé que el 31
no voy a comer ninguno
ni el 24 tampoco.
Ese animal ni lo evoco
es una carne caduca
y en unión a mi viejuca
cuando llegue el año nuevo
le meto el cuchillo a un huevo
y me lo como con yuca.
Regresar al inicio