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Un maestro llamado Mark Twain

El homenaje de un lector a 110 años del nacimiento del escritor estadounidense, maestro de la ironía y de la prosa narrativa.

Mark Twain

Allá por 1993, cuando aún estaba en la vida laboral activa y me desempeñaba como redactor cultural en el servicio latinoamericano de la Radio Deutsche Welle, se me ocurrió proponer una serie dedicada a siete escritores indiscutibles que no ganaron los que hubieran debido ser los siete primeros Premios Nobel. En lugar de Sully Prudhomme, Mommsen, Bjørnson, Echegaray ex aequo con Frédéric Mistral, y luego Sienkiewicz y Carducci, que ya me dirán ustedes si los leyeron o si recuerdan haber leído algo de alguno de ellos, en lugar de ellos, digo, considerar que debieron ganarlo Zola, Rilke, Ibsen, Tolstoi, Galdós y Machado de Assis ex aequo con Mark Twain; y ya me dirán ustedes si no va una cierta diferencia cualitativa de lista a lista.

[A decir verdad estuve dudando si el ex aequo del año 1906 no tendría que ser entre Mark Twain y Rubén Darío, porque también sostuve siempre que si España, y no Inglaterra, hubiera sido la potencia colonial de los siglos XIX al XX, entonces el Nobel de 1913 no se lo habrían concedido a Rabindranath Tagore sino al nicaragüense. Pero en una comparación de méritos entre Darío y Machado de Assis, la balanza siempre caía del lado de Brasil, y de todos modos dejaba abierta la postulación de don Rubén para 1913].

Sea como fuere, por aquel tiempo fui nombrado subjefe de la redacción y, lo que es “más pior” (© Cantinflas), anchorman principal de los dos informativos diarios, live, para América Latina; y es así como mis cinco últimos años en la RDW estuvieron dedicados sola y exclusivamente a la remilperrísima actualidad y a la burrocracia [sic]. Hélas!

Ahora, cuando hace poco se han cumplido ciento diez años de la muerte (21.4.1910) del gran autor estadounidense, recupero aquella idea de mis viejos archivos y la traigo a la luz pública como homenaje a un maestro de la ironía y de la prosa narrativa. Un maestro en el sentido más pedagógico de la palabra. Porque leyendo a Mark Twain, se aprende, y se aprende mucho.

De mí puedo decir que mi acceso a la gran literatura universal, sin yo saberlo, fue a través de sus novelas y las de Robert Louis Stevenson, en particular La isla del tesoro. Y en el caso de Mark Twain, en particular, Un yanqui de Connecticut en la corte del Rey Arturo. No olvidaré jamás la lectura de la escena del duelo en Camelot, entre el caballero de la Tabla Redonda armado de punta en blanco, con coraza, yelmo, penacho, lanza y caballo engualdrapado, y el prosaico yanqui a pie con nada más que su pistola. Y luego, cuando los cortesanos consternados se acercan al cadáver del caballero, la estupefacta comprobación de que parecía mentira que por un agujero tan chico [el orificio de la bala en la coraza], hubiera podido escaparse un alma tan grande. Todavía me río al recordar la escena, y que me perdone la reina Ginebra. Así como los deudos del caballero muerto en combate tan desigual.

Tom Sawyer
"Las aventuras de Tom Sawyer", lectura inolvidable.

También las aventuras de Tom Sawyer y de Huckleberry Finn hicieron mis delicias, y asimismo ese casi cuento de Las mil y una noches que es Un billete de un millón de libras esterlinas, con el que Twain rindió un homenaje sutil a la extravagancia doblada de un profundo sentido moral del pueblo británico. Y por supuesto, me divertí como un enano con los Recuerdos personales de Juana de Arco y con el Diario de Adán y Eva, así como con el relato de sus viajes por la vieja Europa, en especial los capítulos dedicados a la observación de las costumbres alemanas. Su texto sobre el idioma alemán pertenece al dominio de lo genial.

Algo más tarde he descubierto además que Mark Twain fue desde 1901 hasta su muerte, vicepresidente de la Liga Antiimperialista Americana y supo decir palabras muy duras para descalificar la actuación de su país en las Filipinas, la del imperialista inglés Cecil Rhodes en el sur de África y la del rey Leopoldo II de Bélgica en el Congo, donde impuso su ley a sangre y a fuego: la sátira de Mark Twain titulada “Soliloquio del Rey Leopoldo” es una que con sumo gusto habrían podido firmarla Jonathan Swift o Voltaire.

Además era una inteligencia poderosa, y como tal, desmitificadora, y acaso ello no se vea de manera más palpable que en sus Cartas desde la Tierra, que recién pudieron publicarse en 1962, más de medio siglo después de haber muerto el autor: tan tenaz fue la resistencia de su familia a que llegaran al público unas reflexiones «tan deliciosamente escépticas, heréticas, blasfemas», como las califica Héctor Abad Faciolince. Descubro que están libres a disposición del lector en Internet y no resisto la tentación de copiar este fragmento de la Carta VIII, para abrirles el apetito.

Dice Twain:

«”No cometerás adulterio” es un mandamiento que se nos ordena obedecer a todos, no establece distingos entre las siguientes personas:

Los niños recién nacidos

Los niños de pecho

Los escolares

Los jóvenes y las doncellas

Los jóvenes adultos

Los mayores

Los hombres y mujeres de 40 años

De 50

De 60

De 70

De 80

De 90

De 100

«El mandamiento no distribuye su carga adecuadamente, ni puede hacerlo. No es difícil acatarlo por los tres grupos de niños. Es progresivamente difícil para los tres grupos siguientes, rayando en la crueldad. Felizmente se suaviza para los tres grupos posteriores. Al alcanzar esta etapa, ha hecho todo el daño que podía hacer, y podría suprimirse. Pero con una imbecilidad cómica se extiende su aplastante prohibición a las cuatro edades siguientes. Pobres viejos desgastados, aunque trataran no podrían desobedecerlo. ¡Y pensar que reciben loas porque se abstienen santamente de cometer adulterio entre ellos!

"Cartas desde la Tierra", un libro proscrito.
"Cartas desde la Tierra", un libro proscrito.

«Esto es absurdo, porque la Biblia sabe que si se le diera la oportunidad al más anciano de recuperar la plenitud perdida durante una hora, arrojaría el mandato al viento y arruinaría a la primera mujer con quien se cruzara, aunque se tratase de una perfecta desconocida. Es lo que yo digo: tanto los mandamientos de la Biblia como los libros de derecho son un intento de revocar una Ley de Dios, que en otras palabras expresa la inalterable e indestructible ley natural. El Dios de esta gente les ha demostrado con un millón de actos que Él no respeta ninguno de los mandamientos de la Biblia. Él mismo rompe cada una de Sus leyes, incluida la del adulterio.

La Ley de Dios, al ser creada la mujer, fue la siguiente: No habrá límite impuesto sobre tu capacidad de copular con el sexo opuesto en ninguna etapa de tu vida. La Ley de Dios, al ser creado el hombre, fue la siguiente: durante tu vida entera estarás sometido sexualmente a restricciones y límites inflexibles.

«Durante veintitrés días de cada mes (no habiendo embarazo), desde el momento en que la mujer cumple siete años hasta que muere de vieja, está lista para la acción, y es competente. Tan competente como el candelero para recibir la vela. Competente todos los días, competente todas las noches. Además, quiere la vela, la desea, la ansía, suspira por ella, como lo ordena la Ley de Dios en su corazón Pero la competencia del hombre es breve; y mientras dura es sólo en la moderada medida establecida para su sexo. Es competente desde la edad de dieciséis o diecisiete años y durante un plazo de treinta y cinco años. Después de los cincuenta su acción es de baja calidad, los intervalos son amplios y la satisfacción no tiene gran valor para ninguna de las partes; mientras que su bisabuela está como nueva. Nada le pasa a ella. El candelero está tan firme como siempre, mientras que la vela se va ablandando y debilitando a medida que pasan los años por las tormentas de la edad, hasta que por fin no puede erguirse y debe pasar a reposo con la esperanza de una feliz resurrección que no ha de llegar jamás.

«Por constitución, la mujer debe dejar descansar su fábrica tres días por mes y durante un período del embarazo. Son etapas de incomodidad, a veces de sufrimiento. Como justa compensación, tiene el alto privilegio del adulterio, ilimitado todos los demás días de su vida».

[El fragmento transcrito es la mejor demostración de que si un texto está sostenido por una armazón sintáctica impecable y por un pensamiento convincente y bien trabado, no es capaz de cargárselo ni la más miserable de las tra(i)ducciones. Hasta yo, que no sé inglés, me he dado cuenta de semejante desafuero perpetrado contra esta prosa].

¡Y pensar que hubo que esperar a 1930 para que Sinclair Lewis, bastante marktwainiano en buena parte de su obra, fuese el primer escritor estadunidense que se alzase con el Premio Nobel! Por cierto que en su discurso de Estocolmo mencionó que incluso Mark Twain había sido domesticado por la “genteel tradition” de la literatura nacional. Pero hay que disculparloen 1930, las Cartas desde la Tierra aún seguían inéditas.

 

Ricardo Bada

Ricardo Bada

(Huelva, España, 1939). Escritor y periodista residente en Alemania desde 1963. Autor de La generación del 39 (cuentos, Nueva York 1972), Basura cuidadosamente seleccionada (poesía, Huelva 1994), Amos y perros (cuento, Huelva 1997), Me queda la palabra (conferencias, Huelva 1998), Los mejores fandangos de la lengua castellana (parodias, Madrid 2000), Limeri de Bueno Saire (poesía nonsense, Río de Janeiro 2011), La bufanda de Cambridge (cuentos, Bogotá 2018) y El canto XXV (novela corta, Copenhague 2019). Su ópera breve La serenata de Altisidora (partitura de David Graham) se estrenó en  el Festival de Camagüey del año 2000.

Editor en Alemania, junto con Felipe Boso, de una antología de literatura española contemporánea, Ein Schiff aus Wasser [Un barco de agua] (Colonia 1981), y en solitario, de la obra periodística de Gabriel García Márquez y los libros de viaje de Camilo José Cela. Editor en España de la obra poética de la costarricense Ana Istarú (La estación de fiebre y otros amaneceres, Madrid 1991), y en Bolivia de la única antología integral en español de Heinrich Böll (Don Enrique, La Paz, 1995). 

Ha sido y en varios casos sigue siendo colaborador regular del Centro Virtual Cervantes, Revista de Libros, Revista de Occidente, Vasos Comunicantes, Pérgola, ABC y Cuadernos Hispanoamericanos (España), Nexos, La Jornada Semanal y SoHo (México), El Espectador, El Malpensante y SoHo (Colombia), El País (Uruguay), Etiqueta Negra (Perú), Aurora Boreal (Dinamarca), Amsterdam Sur (Ámsterdam), La Nación y SoHo (Costa Rica) y La Opinión (Los Ángeles/California). Mantiene, además, desde noviembre 2009 la publicación semanal de su Diario en un blog del espacio MientrasTanto de la revista Fronterad (Madrid): https://www.fronterad.com/

Republicano y agnóstico, convicto y confeso, fue nombrado paradójicamente caballero de la Orden de Isabel la Católica, y padece –no menos paradójicamente– una curiosa  dolencia llamada sacralización. Tan luego él...

Comentarios:


mcjaramillo@aol.es (no verificado) | Jue, 11/06/2020 - 21:38

Y yo que sólo he leído de él Las aventuras de Tom Sawyer y Un yanki en la corte del rey Arturo... 

Gracias señor Bada, por su ameno y documentado artículo. Un placer leerlo.

Samuel Whelpley (no verificado) | Dom, 14/06/2020 - 00:40

Hombre Ricardo, gracias por recordarme a un escritor que me dio tantas alegrías. Creo que lo he leído mucho, pero hace tiempos. Las tres novelas de Tom Sawyer, Los cuentos agrupados en La Rana saltarina del condado de Calaveras, una novela que se llama Calabaza Wilson, El princípe y el mendigo, Un Yanqui en la corte del Rey Arturo, Pasando Fatigas, y muchos cuentos, que ahora recuerdo: El hombre que corrompió Hadleyburg, el Diario de Adan y Eva. Recuerdo uno cuyo titulo he olvidado, donde el protagonista se la pasa viajando y durmiendo en camas diferentes, porque ha concluido según investigaciones que ha hecho, que la mayoría de la gente se muere..... en su cama. Por eso se la pasa viajando entre hoteles, ferrocarriles, pensiones, incluso en el suelo. Deje de último Huckleberry Finn, esa catedral literaria americana que ahora los talibanes morales censuran por el supuesto uso despectivo de l palabra Nigger. No se dan cuenta que Huck quiere liberar a Jim, pese a su educación, porque como dice en alguna parte "El corazón es mejor guía que una conciencia" o algo así. No ven la armazón, solo una mala palabra, en su mente retorcida.  Tu texto es excepcional. 

PD No se había ocurrido la relación entre Sinclair Lewis y Mark Twain, pero si, tienes razón.

Anónimo (no verificado) | Lun, 15/06/2020 - 00:28

Hola Ricardo, estoy siguiendo su columna, la espero con ansias, me encanta todo lo que escribe. Y me recuerda o me acerca a muchas lecturas, gracias no deje de actualizarla. Dónde estaba usted metio, que yo no lo sabía, jijiji...

 

Ricardo Bada (no verificado) | Lun, 15/06/2020 - 13:11

Gracias por leerme, Manu, y desde luego que una de las mejores inversiones de tiempo que puedes hacer en tu vida es la lectura de libros de Mark Twain. Valdría decir senicllamente "la lectura de libros", pero es que también los hay malos. 

Ricardo Bada (no verificado) | Lun, 15/06/2020 - 13:18

Gracias por leerme, Samuel, y confieso que si bien he leído mucho Mark Twain, es bastante más lo que he leído de su obra póstuma y los relatos de sus viajes (el que hizo por Alemania es para desternillarse de la risa). Y además lo he leído en alemán, que en materia de traducciones suele ser un idioma bastante confiable. Muchos amigos que pueden leer a Mark Twain directamente en inglés me han puesto lo suficientemente en guardia como para no volverlo a leer en castellano, a no ser en versiones hechas ya en este milenio.

Ricardo Bada (no verificado) | Lun, 15/06/2020 - 13:20

Gracias por leerme, anónimo lector (o anónima lectora) pero le aseguro que no estaba metido en ninguna otra parte que no fuese este apartamento, donde vivo desde el 22 de diciembre de 1975.

Ricardo Bada (no verificado) | Lun, 15/06/2020 - 13:22

Olvide referirme a mi llamado a la convgenialidad de Mark Twain y Sinclair Lewis. La diferencia más notable es que Mark Twain escribe cuanlo los Estados Unidos son un país que se está haciendo, y Sinclair Lewis lo hace cuando el país ya está hecho.

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